15 Nov

Estancia Jesuí­tica La Candelaria

Se trata de la unica y mas grande en superficie de todas las estancias. Se ubica a 52 kms. de la ciudad de La Falda, luego de atravesar la Pampa de Olaen y serpentear un singular camino de sierra. Organizada y consolidada a partir de 1683, constituyó el mejor ejemplo de abastecimiento rural serrano, productor de ganadería extensiva -fundamentalmente mulas- destinadas al tráfico de bienes desde y hacia el Alto Perú. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000.

Hay que pensar que La Candelaria no va a ser el único atractivo que se nos va a plantear cuando desandemos el camino que elijamos para llegar hasta ella. Podremos hacerlo desde diferentes puntos dependiendo de la localidad en la que estemos pernoctando. Si estamos en La Falda y tomamos el camino de la Pampa de Olaen, podremos comenzar por deleitarnos con las hermosas vistas que ofrece el mirador del padre Pio ubicado a los pies de la colonia de los Cerveceros, continuar visitando un viejo caserio minero, llamado Piedras Grandes, donde podremos encontrar El Bochón, una gran piedra a cuyos pies están los restos de una cantera de granito de la que se extraían adoquines. Al adentrarse en la Pampa de Olaen se mezclan los paisajes con la posibilidad del contacto con las actividades rurales, ya que se trata de una planicie en altura en la que se practica la agricultura y la ganaderí­a. Hacer un alto refrescante y relajante en la Cascada de Olaen, enclavada en una endidura granítica, lo transporta a uno al pasado y lo convierte en un nativo comechingon, cuando ve su propia sombra proyectarse entre las rocas que el agua con su hipnotica melodia ha moldeado por miles de años.

Pero todo no termina ahí, si, si, hay más. Siguiendo en nuestro camino hacia el oeste en busca de nuestro objetivo, vamos a tener que sortear una hermosa quebrada en donde discurre y serpentea el Río Pintos, otra alternativa encantadora para los amantes del sociego en contacto con la naturaleza y la soledad, el sol y el agua, los trinos y el viento. Llegando a los 34 kilómetros aproximadamente, nos vamos a encontrar con un desvío y acceso a Characato, apodada la capital del silencio, otro paraje sin desperdicios, donde vamos a encontrar una pequeña villa olvidada, que nos va a estar esperando con sus historias, sus personajes, sus dos alternativos alojamientos,un hotel y una hostería, su Capilla de la Virgen de la Merced, su Cascada de las Bandurrias y su Meseta del Palmar para observar a los cóndores andinos.

Todavía nos faltan unos kilómetros para seguir disfrutando de paisajes escondidos e historias secretas. Pasando la Estancia Characato custodiada por la capilla de la Virgen de la Merced y el cerro del mismo nombre, tendremos que atravesar el río de los Ábalos, tras el cual y despues de 1 km aproximadamente nos encontraremos con una bifuración de las cuales es conveniente tomar la de la derecha, la cual nos ofrece un camino más accesible a cualquier tipo de vehículos. Haciendo otros 3,5 kms nos encontraremos con la abandonada cantera Iguazú, otra oportunidad de contactarse con el pasado minero cordobés y tomar dimensión del esfuerzo de un puñado de duros trabajadores que dejaron su tiempo y su vida en la producción de cal y mármol.

Dejando atrás Iguazú, y despues de 2 kms. nos encontramos con el acceso hacia la izquierda a Oro Grueso, que tras ingresar por su tranquera y recorrer 1 km llegaremos a su estancia, con la posibilidad de visitar sus túneles que estaban destinados a la extracción de oro, alojarnos o comer algún cabrito a las brasas. Finalmente y utilizando una nueva traza caminera que parte desde Oro Grueso, haciendo otros 10 kms. llegaremos a La Candelaria, donde una guía nos sabrá contar y nos ubicará en el tiempo en que los jesuitas manejaban el más grande en superficie de los emprendimientos de su clase. Para retornar nos convendrá, después de tanto camino sinuoso, que nos indiquen como llegar a La Higuera, pueblo distante 29 kms, que ya sobre la ruta 15 nos da la oportunidad de un rápido retorno a La Falda por Cruz del Eje. Como se verá, a Córdoba no se la puede contar, hay que venir a vivirla.